Nuestro equipo de expertos se asegura de que tu propiedad vacacional esté en óptimas condiciones y cumpla con los estándares de calidad.
Enclavada en un entorno tranquilo y rodeada de exuberante vegetación, la Villa Romana de Benicató emerge como un tesoro arqueológico a tres kilómetros del bullicio del centro urbano de Nules. Este sitio histórico, testigo silencioso de un pasado glorioso, cautiva a los visitantes con su esplendor arquitectónico y su rica historia.
La villa, que se desarrolló durante varios siglos desde el siglo I a.C. hasta el siglo IV d.C., desempeñaba un papel fundamental tanto como centro agrícola como residencia rural. Sus orígenes se remontan al periodo romanorrepublicano, pero fue en el siglo II d.C. cuando alcanzó su máximo apogeo económico y se llevó a cabo una remodelación significativa del lugar.
La historia de este enclave arqueológico comienza el 23 de diciembre de 1955, cuando, durante las labores agrícolas rutinarias, se descubrieron los primeros vestigios de la villa. La noticia se propagó rápidamente y despertó el interés de la Diputación, que expropió los terrenos con el objetivo de preservar este valioso legado del pasado. En 1956, se iniciaron las excavaciones, que abarcaron aproximadamente 2500 metros cuadrados de extensión. Sin embargo, por razones desconocidas, el sitio quedó abandonado durante dos décadas, lo que lamentablemente ocasionó la pérdida de parte de las ruinas.
No obstante, en 1973, los trabajos arqueológicos se reanudaron con entusiasmo renovado. El Ayuntamiento de Nules se hizo cargo de la custodia y conservación de la villa, y se implementaron intervenciones realizadas por el SIAP (Servicio de Investigación Arqueológica Provincial). Estas acciones se centraron en dos objetivos principales: la excavación de los sectores que aún permanecían intactos y la limpieza minuciosa del área excavada para permitir la futura reconstrucción de las ruinas y facilitar su acceso al público visitante.
Al adentrarse en la Villa Romana de Benicató, uno se sumerge en un mundo antiguo lleno de grandiosidad y esplendor. El corazón de la villa es su peristilo, una elegante galería porticada con bases de columnas elaboradas en piedra caliza grisácea. Esta estructura majestuosa rodea un patio cuadrangular de aproximadamente 16 metros de lado, que evoca una sensación de serenidad y belleza atemporal. En el centro del patio se encuentra una piscina circular, un oasis refrescante que invita a imaginar la vida cotidiana de aquellos que habitaron el lugar hace siglos.
A medida que uno explora los recovecos de la villa, se revelan los vestigios de las antiguas estancias. Se han identificado un total de 35 habitaciones, aunque las mejor conservadas se encuentran en el sector oriental. Entre ellas destaca la presencia de un hypocaustum, un sistema de calefacción subterránea que aún conserva sus arcos de tejas. Además, se pueden apreciar dos habitaciones con pavimentos de mosaicos decorados con motivos geométricos en blanco y negro, que atestiguan el refinamiento artístico de la época. El resto de las estancias, cuya función exacta aún no ha sido determinada, presentan pavimentos de tierra endurecida. Algunas de ellas podrían haber sido utilizadas para fines de almacenamiento, dado que se han encontrado restos de grandes tenazas y hoyos.
Los materiales cerámicos descubiertos en el yacimiento arrojan luz sobre la cronología de la villa. Indican que su origen se remonta al periodo romanorrepublicano, pero fue en la segunda mitad del siglo II cuando alcanzó su máximo esplendor económico. Durante este tiempo, se llevó a cabo una importante remodelación del peristilo porticado y se construyó la piscina, junto con los elaborados pavimentos de mosaico que aún asombran a los visitantes. La actividad y la vida cotidiana continuaron en la villa hasta mediados del siglo III, como evidencian las monedas encontradas entre los mosaicos y las capas de mortero. Sin embargo, las invasiones francas y alemanas que ocurrieron a mediados del siglo sumieron a la villa en una crisis de la cual nunca se recuperó por completo. Finalmente, en el siglo VI, la villa fue abandonada de manera definitiva, dejando atrás una rica herencia para las generaciones venideras.
Hoy en día, la Villa Romana de Benicató es un lugar fascinante que invita a los visitantes a explorar el pasado glorioso de la antigua civilización romana. Los esfuerzos de conservación y restauración han permitido que este tesoro arqueológico recobre vida y se muestre al público en todo su esplendor. Al caminar por los senderos históricos, se puede sentir la presencia de aquellos que una vez habitaron estos terrenos, y se puede apreciar la grandeza de su arquitectura y el legado cultural que dejaron atrás. La Villa Romana de Benicató es un testimonio vivo de la historia y una ventana al pasado que nos conecta con nuestras raíces más profundas.
